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sábado, 18 de junio de 2016

"El Castillo sonriente" (II)





Una vez dentro del castillo, nuestro amigos se encuentran con los "esqueletos vivientes". Allí comprobarán que el orígen de tan misteriosos seres es muy distinto del que ellos hubieran sospechado.
No será la única sorpresa, otra mucho más agradable los aguarda, aunque primero se las tendrán que ver con esos huesudos y enojados habitantes...
















viernes, 17 de junio de 2016

Don Nicola: "El castillo sonriente"






Durante los años '60 y '70 Héctor Torino presentó en el Suplemento de El Conventillo de Don Nicola varias de las historias que originalmente había publicado en la revista ¡Aquí Está! en las décadas del '30 y del '40, bajo el escueto título de Conventillo.
Estas aventuras fueron subidas hace unos pocos años por Hernán Schneider: se trató de un gran trabajo, en el que escaneó y editó más de mil entregas de dicha revista. 
La siguiente versión no agrega nada en cuanto al argumento, pero muestra algunas pequeñas variantes de estilo: ya no aparece el clásico "continuará", el formato es apaisado y de dos tiras por página (en ¡Aquí está! eran tres) y alterna páginas en estricto blanco y negro con otras en las que se agrega un tono naranja, otorgándole cierto clima muy propio del dibujante y que contribuye al atractivo de la aventura.
En esta primera parte (de tres), vemos como Don Nicola y el Maestro -luego de adquirir el castillo- se dirigen a su encuentro, no sin antes vivir algunos contratiempos. Todo parece bastante calmo, sin embargo, y como sucede en las buenas historias, nada será lo que parece...
(Suplemento de El Conventillo de Don Nicola número 7, 1969).




















viernes, 15 de agosto de 2014

Héctor Torino y el recuerdo de su amigo Eduardo Ferro



El siguiente texto fue publicado en la revista La Maga hace casi 22 años. Allí, Eduardo Ferro recuerda a su amigo Héctor Torino (amistad que, confieso, desconocía; pero que me parece muy lógica entre estas dos grandes personas) valorando su singular aporte a la historieta cómica y, sobretodo, evidenciando un muy cálido afecto. Además, el creador de Langostino traza una notable pintura del conventillo, ese que Don Héctor convirtió en un momento inolvidable de nuestro humor gráfico...



Don Héctor junto a Víctor Leali, un verdadero hijo adoptivo que acompañó al genial dibujante 
hasta sus últimos días (revista La Maga - sin datos sobre el autor de la fotografía y la fecha de la misma)



El 17 de noviembre pasado falleció a los 79 años en su casa del barrio de Boedo el dibujante de historietas Héctor Torino. Creador de muchísimos personajes en distintos medios, Torino se hizo famoso con su sainete Conventillo -creado en 1937-, donde se destacaba un personaje excluyente, el italiano Don Nicola. Antes había hecho otra tira con un detective, Don Mamerto. Luego colaboró en el suplemento color del diario Crítica, y en los años 60 fundó una editorial con diez publicaciones. En esta nota su amigo, el gran dibujante Eduardo Ferro, recuerda a Héctor Torino. 


En el teatro, Vacarezza; en la historieta, Torino
por Eduardo Ferro
(Publicado en la revista La Maga número 47 - Miércoles 2 de diciembre de 1992)


"El tango que a menudo expresa bronca envidiosa le espeta a la mina que 'pelechó' este absurdo reproche: '... Tu cuna fue un conventillo alumbrao a kerosén...' 
Como si nacer en la pobreza fuera una culpa y no una desgracia. Por cierto que en los conventillos vivían los más pobres, pobres de toda pobreza y gente que por su educación merecía una vivienda más digna, que no podía alcanzar simplemente por falta de plata; como también intelectuales o artistas en la mala.
Especialmente en los macroconventillos, por más accesibles económicamente se daban estos contrastes. En sus cuarenta, cincuenta o más piezas hacinaban más que albergaban a toda clase de gente. Así ocurrían incidentes como éste: Un escritor en desgracia, yendo para el baño se cruza con un co-inquilino atorrante, tal vez un ratero que como la cosa más natural le arrebataba del hombro la toalla limpita, se seca la cara mal lavada y se la devuelve con una risita cachadora -y no estoy imaginando nada, sino refiriéndome a un caso real, ocurrido en uno de esos 'palomares' donde el pintoresquismo (si existía) tenía un gusto bastante amargo-.

Pero existía un conventillo más chico, como el que Torino tomó como modelo para crear el suyo de ficción, que tenía mucho menos piezas: diez o doce y alguna por ahí arriba para 'hombres solos'. Y así fue el de Don Nicola en Aquí Está, revista boom de la época que en 1937 comenzó a publicar su Conventillo, que 'mató' de entrada. El bueno de Don Nicola, tano de buen corazón,  con su idioma cocoliche logró que un grupo numeroso y heterogéneo conviviera en su inquilinato como una 'gran familia'; claro está con los trastornos inevitables originados en las debilidades humanas que afloran con más virulencia en la promiscuidad con estrechez económica, donde todos quieren aparecer como menos pobres de lo que son. La envidia se torna indisimulable cuando alguna de la comunidad levanta un poco la cabeza, los demás no pueden evitar que el color verde bilis tiña sus jetas -estamos hablando del conventillo de Torino y simultáneamente de la realidad, lo que implica un automático elogio hacia su pintura-.




Fragmento de una escena típica de Conventillo y su personaje central: Don Nicola.
(¡Aquí Está!, año 1944, de un escaneo de Hernán Schneider)



No obstante del conflicto inherente al tipo de convivencia, de pronto el grupo estallaba en alegría colectiva y desbordante. El patio se llenaba de música y bailongo por una de las tantas circunstancias especiales que se daban cada tanto: Y en este caso ocurrió que el 'hombre solo' de la piecita de arriba, el que tocaba el 'fuelle' y tenía colgado en la pared un retrato de Leguisamo, había cazado un toco con una fija y se bancó un festejo general con asado, achuras, vino tinto y blanco y anque masitas de confitería, que por una vez sustituyeron a los bizcochos con grasa medianamente cotidianos.

Todo esto lo estudió muy bien Torino en la realidad, cuando elaboró su historieta, que concretó con su estilo caricaturesco clásico, muy expresivo, al gusto de la época, delineando certeramente los personajes y su ámbito y a favor de la impresión en retrograbado de Aquí Está matizó ricamente sus dibujos con agua tinta dándoles un definitivo relieve que los convirtió en testimonios de una época. Vaccarezza, sea loado, en el sainete teatral, y Torino en la historieta patentizaron el conventillo.

Héctor se fue con 79 pirulos bien vividos y empieza el tiempo de la nostalgia; sin mucha melancolía como a él le gustaba, evocamos algunos pasajes de su vida, entre colegas que lo tratamos mucho. Algunos que venimos pidiendo pista con más de 70 y otros aún en carrera: sus éxitos en historieta anteriores a Conventillo, sus numerosas publicaciones, su sociedad con colegas como Mazza y Mazzeo, su labor codo a codo con el gran Breccia, las violinatas con el inefable Blotta padre en Boedo, sus excursiones a investigar conventillos con Alberto Del Castillo -el as del dibujo animado-, su revista Bicho Feo que 'se pedía silbando' y sus últimos proyectos que tenían que ver con su hijo adoptivo Víctor Leali, su fanático admirador y fiel asistente hasta el final, que se queda sin consuelo con su rollito de tres minutos, resultado de la animación de Don Nicola, el personaje máximo de su maestro."



Torino y otro de sus múltiples intereses: el cine.
 (De un reportaje en la revista ¡Aquí Está!, en épocas del gran éxito de Conventillo)




martes, 25 de enero de 2011

Trayectoria de Héctor L. Torino (I) : Desde sus inicios hasta 1939

Alrededor del mes de setiembre del año pasado ya venía con la idea de armar una cronología de la obra de Torino. Pero rápido me dí cuenta de que no iba a resultar una tarea para resolver en un par de horas: lo disperso de la información sobre el dibujante, la larga lista de libros, revistas, blogs y demás que es necesario revisar hicieron que vaya buscando lo que necesitaba muy de a poco, de acuerdo al tiempo disponible. Después de todo para mí también era un aprendizaje.
No ayudó el no tener una colección más abundante de sus trabajos. Y este mismo inconveniente hace que la presente reseña tampoco pueda ser completa. Y probablemente tenga algunos errores.
El tema pasa por intentar ordenar un poco los datos existentes, porque la información en sí ya está dada por las fuentes.
Torino pertenece a una larga lista de humoristas gráficos (sobretodo los anteriores a la década del '60) de quienes no tenemos una recopilación o una antología de sus historietas. Curiosamente, suele ser nombrado y destacado en muchos libros y catálogos, incluído el de la muestra que se realizó en Franckfurt y que ahora se exhibe en la Fundación Osde. Parece que falta dar ese pasito - publicar su obra - que signifique su definitiva revalorización.
Esta cronología fue también para mí, como ya expresé, una manera de saber más de él. Espero que pueda ser útil para quienes admiran sus trabajos o para quienes están buscando información sobre su vida y planean una investigación personal. Y, por supuesto, serán bien recibidos datos, ampliaciones de lo expuesto y correcciones.
Finalmente, las fuentes las publicaré tras la última de las partes en las que está dividido este texto.

Orígenes, estudios, actividades...

Héctor Locurátolo Torino nació en el barrio de Boedo el 15 de noviembre de 1913 (según Francisco Mazza) o el 16 del mismo mes y año (según Siulnas). Y vivió toda su vida en la misma casa de San Juan y Boedo.
Hijo de inmigrantes italianos oriundos de Bari, tuvo cinco hermanos (tres nacidos en la península y dos en Buenos Aires).
Su padre era decorador (de gran habilidad, tenía como clientela a los apellidos más ilustres de la ciudad), pintaba y tocaba la guitarra y la mandolina. Del apellido paterno, el dibujante conservó la letra "l" que usaba al firmar: Héctor L. Torino.
Estudiante de Bellas Artes, el dibujo académico no era lo que más le interesaba y a los dos años dejó la carrera. Y así, fue aprendiendo de manera autodidacta los secretos del mundo de las historietas.
Antes de convertirse en dibujante humorístico fue modelo para fotonovelas. También se recibió de profesor de violín (en el Conservatorio Santa Cecilia).
Entonces Héctor, teniendo el humor gráfico como profesión primordial, desarrolló - a la par de ésta y en casi todos los casos hasta mediados de los '40 - actividades como violinista en orquestas típicas (especialmente con la de Anselmo Aietta con quién actuó sobretodo en radio hasta 1943), profesor de violín, profesor de dibujo humorístico (fue uno de los primeros en enseñar dibujo por correspondencia en el país), cantante de tangos y en grupos que daban serenatas, creador de joyas (llegando a tener un taller con más de cuarenta operarias), pianista, decorador y empresario teatral. Hacia los años '70 realizó guiones para historietas que no eran de su autoría, fue director de cine y actor. Y todo esto no es ningún chiste, el hombre tenía una capacidad de trabajo y de crear proyectos a toda prueba. Claro que varias de estas tareas las fue dejando porque el dibujo pudo más, o las llevó a cabo en cortos períodos de su vida.
Su creatividad le permitió dar vida a alrededor de cincuenta personajes (incluyendo los secundarios habituales). Pero - aparentemente - no se dedicó ni a la caricatura ni al humor político.
Sabemos de su vida bohemia, de un carisma y de un porte que le permitieron tener gran éxito con las mujeres, de cierta dejadez para mantener fuertes a sus emprendimientos editoriales, de su generosidad para con sus colegas..... Sin embargo, poco conocemos (¿tenemos derecho a indagarlo?) sobre si tuvo en algún momento esposa e hijos. Pero, como dirían por ahí, esa es otra historia.
Pasemos ahora a su mágico mundo, el mundo de la imaginación y el humor.

Desde 1934 a 1939

Manate y Repollito

Aparecen en El Suplemento durante 1934. La serie continuó posiblemente hasta fines de 1935. Torino firmaba allí como R. A. Toll.

Don Mamerto, detective

La segunda de sus historietas se publica en El Suplemento a partir del 13 de marzo de 1935, es decir que convivió con la anterior más de medio año. Aquí el dibujante ya firma como Torino. Al comienzo se llamó Teko Nosko y hacia mediados de 1937 había sido reemplazada por otras historietas. Esta última fecha es casi coincidente con el inicio de Conventillo. Tomándose el género policial en solfa, Torino coloca como esposa del pobre Mamerto a Pancracia, de fuerte personalidad. También aparece Salustiano, cuya obsesión es contar el cuento del zapatero. Este personaje volvería a aparecer en los '40 en Bichofeo. También forman parte de la historia en algunas ocasiones Manate y Repollito. De estos últimos casos comprobamos la tendencia del dibujante a lo largo de su obra a combinar a sus protagonistas de distintas series o épocas en una misma historieta.

Esculapio Sandoval, reporter sensacional

El 12 de mayo de 1937 debutó en Leoplán este periodista cuyas aventuras son una parodia de dicha profesión. Esculapio está bajo las garras del autoritario Don Plácido, director de "La Gran Muñeca". La importancia de la velocidad para obtener primicias lleva a que el fotógrafo se llame "Relámpago" y se movilice en monopatín; mientras que el ordenanza (apodado "Caperucita") lo hace en patines. Esculapio se extendió al menos hasta el año 1938 inclusive. En Leoplán Torino solía realizar chistes unitarios de una página, generalmente con la incorporación de un color.

Conventillo

En 1937, los periodistas López Cruz y Oscar Ares lo llamaron de ¡Aquí Está! para proponerle una historieta con ambiente de pensión que Héctor prefirió cambiar por el de conventillo (tengamos en cuenta que era la época de oro del sainete). Así, el joven dibujante de 23 años comienza el 1ro. de julio de ese año con su máxima creación: Conventillo 1937 (luego Conventillo 1938, y a partir del '39 sólo Conventillo). Aquí aparece su personaje más famoso: Don Nicola, quien será acompañado con el tiempo por los sabios Turbina y Lamparita, el maestro Esculapio, el mago Funyito y tantos otros. Dice Francisco Mazza, amigo y colaborador: "Don Nicola es el propio Torino. Yo recuerdo que para dibujar algunos de los gestos del personaje se miraba el mismo en el espejo". Después de innumerables peripecias en el conventillo y de grandes aventuras (viajes en el tiempo, al espacio, al infierno, al interior de un cuerpo humano) deja de aparecer en 1950 junto al final de ¡Aquí Está!. En esta revista, además, el autor realizó algunos chistes sueltos (ver otros detalles en la entrada Primeras imagenes del Conventillo).

jueves, 13 de enero de 2011

Primeras imágenes del Conventillo



Admitiendo que el título de esta entrada es, si se quiere, un tanto pomposo, creo que son páginas que presentan ese valor adicional que tiene que ver con los primeros pasos de una historieta que se desarrollaría por espacio de casi quince años en ¡Aquí Está!, que haría famoso a su protagonista (Don Nicola, cuyas historias desde fines de los '50 llevarían su propio nombre con leves variantes) y que, principalmente, consagraría a su autor - Héctor L. Torino - como uno de los principales historietistas argentinos, destacado por sus dibujos y la invención de innumerables personajes, y por lo que él considera su principal virtud: su gran capacidad para crear guiones e historias...
Sin dejar de aclarar que Don Mamerto, detective y Esculapio Sandoval, reporter sensacional quedarán para ser visitadas en otra ocasión, veamos ahora algunos detalles de estos episodios:
(1) Es la que se supone la primera página de Conventillo publicada, correspondiente al número 117 de la revista (del 1ro. de julio de 1937, cuando Torino contaba con sólo 23 años). Esta imagen también se encuentra en el blog de Miguel Dao, quien con gran capacidad de análisis se refiere a toda la obra de Torino, más el agregado valioso de su particular admiración y afecto por el dibujante.
(2-3) Dos episodios correspondientes al mismo año (número 137, del 9 de setiembre y número 160, del 29 de noviembre, respectivamente): son historias autoconclusivas (¿habrá sido esta la característica durante todo el '37 y parte del '38?) de estilo costumbrista. Los dibujos están realizados a pleno blanco y negro, sin valores.
(4-5) En la imagen de la izquierda (número 172, del 10 de enero de 1938) ya se adivinan grises especialmente en la vestimenta de los personajes. En la de la derecha (número 175, del 20 de enero del '38) los diferentes valores también se presentan claramente en la escenografía. Y aparece aquí un profesor/inventor, uno solo, antecedente tal vez de Turbina y Lamparita. La escasez de material tampoco permite saber si este personaje ya había aparecido anteriormente y si ya existía un segundo profesor (viviendo en otra pieza, por ejemplo).
(6-7) Las dos páginas siguientes son por fortuna continuadas (números 179 - 3 de febrero del '38 - y 180 - 7 del mismo mes) ya que se trata de una de las primeras (¿o la primera?) historietas que se desarrolla a lo largo de varias entregas. Otro hecho destacable es que no habiendo transcurrido un año de su inicio, el autor ya introduce a Don Nicola en el mundo de la fantasía, de la ciencia ficción: navega por el espacio y se encuentra con un pequeño y curioso planeta. Nuevamente, lo acompaña un único inventor (parece el mismo), además de otro personaje.
Y más o menos a partir de aquí, Don Nicola recorrerá los más increíbles lugares, se topará con extraños personajes, viajará en el tiempo, se empequeñecerá hasta poder navegar por el interior de un cuerpo humano y mil aventuras más. Pero todo eso se puede disfrutar a diario en el blog de Hernán Schneider Releyendo Historietas.
(8) Como yapa, este chiste unitario aparecido en el número 137 (posiblemente uno de sus primeros trabajos de este tipo, aunque deberíamos tener más información de sus colaboraciones para El Suplemento y Leoplán para afirmarlo...). Como se ve, el tema del descenso en el fútbol ya tenía plena vigencia en esos tiempos...
Una sola cosa más: quienes quieran aportar datos o corregir algún posible error, están invitados a comentar. ¡Gracias!


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La próxima semana, la tercera y última entrega (por ahora) dedicada a Torino.




sábado, 13 de noviembre de 2010

Historietas: Original vs. Restaurado

Luego de escanear algún dibujo o historieta me he preguntado si en el caso de las más antiguas corresponde dejarlas tal cual, es decir con su aspecto de papel viejo o si utilizar algunas herramientas simples (no me refiero a un Photoshop donde también se pueden enmendar manchas, cortes, etc) que me permitan mejorar color, contraste y densidad.
Creo que mantenerlas con ese aspecto del paso del tiempo es bueno por dos razones: tiene su encanto para el coleccionista y por otro lado, es él mismo quien elige si restaurarla o no cuando la copia de este blog.
Para mi gusto, mejorar un poco la calidad de la imagen la "revive", la saca de su baúl húmedo y la hace más cercana, sobretodo para quienes conocen sólo las historietas de estos últimos años. Y además quedan como los dibujantes las concibieron en su momento. Es por estas razones que he seguido este método. Muy distinto es cuando se les da un color que el artista no eligió, ya que estamos modificando su creación. Esto ha ocurrido en el cine con algunas películas en blanco y negro que luego han sido coloreadas y a causa de lo cual varios cinéfilos han puesto el grito en el cielo.
En definitiva, y volviendo a la historieta, cada uno puede elegir libremente. Tal vez haya que pensar qué es conveniente según el caso. Aquí he dejado un ejemplo típico: fragmentos de tapas y páginas de Torino en su versión original y restauradas para comparar.
Me queda una duda para quién quiera des-asnarme: No tengo claro si aquellas viejas hojas de ¡Aqui Está! de los '30 y de los '40 excesivamente amarrillentas por el paso del tiempo, eran totalmente en blanco, negro más los grises de la aguada o si tenían de todas formas un leve tono sepia dado por Torino o por la impresión. En la última ilustración he dejado las dos posibilidades para pensarlo.

Las imagenes pertenecen a distintos ejemplares de la revista ¡Aquí Está! y de la Editorial Torino.